Cada vez gustan más grandes. De un tamaño tan exagerado que, a veces, cuesta abarcarlos con las manos. Coge una regla. Si el tuyo mide menos de 13 centímetros, siento mucho comunicarte que lo que tienes no vale para nada, es una absoluta ridiculez. Vamos, que con eso no presumes ni de coña. Es una de las incongruencias de la tecnología.
Hace unos años, las marcas se peleaban por ver quién los hacía más pequeños, pero la tendencia ha cambiado y ahora los móviles tienen que ser hermosotes, y no nos importa que ya no los podamos llevar en el bolsillo del pantalón o que tengamos que alquilar un trailer para transportarlos. Lo primero es lo primero. Y estar a la última es lo que cuenta.
A esta moda se han unido también los cascos para escuchar música. Si antes lo que se llevaba eran unos auriculares diminutos que se introducían en el oído y pasaban desapercibidos, ahora lo “must” es colocarse un par de paelleras adosadas a las orejas, cuanto más llamativas mejor. Y, en esto del "grande ande o no ande", podemos incluir también a los logotipos de muchas marcas que empezaron a bordarlos en la ropa de una forma discreta y ahora se empeñan en que llevemos en el pecho al mismísimo Furia a tamaño real, o nos obligan a acudir al intrépido Cocodrilo Dundee para que nos libre de ese bicho enorme que parece que nos va a atacar. Debe ser que necesitamos que hasta el más miope del lugar vea que somos importantes. Aunque yo tengo una duda: ¿rodeándonos de cosas tan grandes no pareceremos más pequeños, casi, casi insignificantes? Es una simple cuestión de proporciones.
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