Un día decidí que quería ser
cantante. En la primera sesión, el profesor de canto me dijo: tiene
usted poca voz, pero muy desagradable. Dejé, pues, la canción y probé
con la guitarra. Ni una semana llevaba cuando mis vecinos me regalaron
un libro, Cómo superar la crisis de los cuarenta sin caer en el ridículo .
Entendí la indirecta y colgué la guitarra. Entonces me hice la
inevitable pregunta: si no soy cantante, ni músico, ni futbolista de
élite, ni escritor de éxito, ni sirvo para profesor ni para albañil ni
para taxista, para qué coño he venido yo a este mundo.
En
la cabeza adecuada, esa pregunta es la chispa que inicia un gran
incendio. En la mía es sólo otro enigma sin resolver. Casi todos los
grandes libros poseen un héroe que en un momento determinado se arroja
en brazos de aventuras inmortales hostigado por el tábano de esta
pregunta. Ulises o don Quijote, se sublevan
contra su falta de talento y toman el rumbo de sus propias vidas. Yo me
propuse imitarles. Estaba claro que no servía para el bien, así que me
pasé al lado oscuro. Pero nada de términos medios: seré el hombre que
perpetre el robo perfecto.
Y
después de cotejar ejemplos célebres y libros especializados, concluí
que el único robo perfecto es aquel en el que la víctima ni siquiera
sospecha que ha sido robada. Lo que distingue a un vulgar ladronzuelo de
un artista del timo es la argucia para montar un atraco y salir con los
bolsillos forrados y el prestigio indemne. Por eso es que me presenté a
presidente del Gobierno. Arruinas vidas, robas ilusiones, incumples
promesas, y como si nada. Por muy mal que lo hagas no rindes cuentas a
nadie. Y lo mejor de todo, te jubilas joven y retomas si deseas lo del
canto. Para entonces, ya ni les parece que desafinas.
No hay quien los pare amigo! No tienen moral alguna, eso sí irán a misa todos los domingos.
ResponderEliminarBuen texto.
Saludos.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
EliminarTotalmente deacuerdo, acabas de escribir una verdad que actualmente estamos viendo todos, eso si, corrijo una cosa, el presidente nos roba a la cara enterandonos todos, otra cosa es que no podamos evitar que siga haciendolo. Un abrazo, y muy buen escrito jaja
ResponderEliminarCierto, se le da tan mal que terminamos por enterándonos todos, tienes razón!! Un abrazo y gracias.
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