Vivir es recordar. Caminar es recordar. Amar es recordar. Escribir es recordar. Leer es recordar... Todo es recordar. Al fin, con la muerte, ya nada se puede recordar. En el fondo somo la memoria del tiempo, el perenne deseo de lo que recordamos, el recuerdo de lo que quisiéramos olvidar y el olvido que quisiéramos retener. Precisamente, gracias a esta retentiva que poseemos somo gente con experiencia. Todo va a depender de lo vivido y convivido, del modo de pensar y de vivir, de la manera de ser y de actuar. Sin duda, la lucha del ser humano es un afán y un desvelo, el combate del pensamiento contra el abandono, la revuelta y la vuelta al recordatorio, puesto que aunque la lucha esté perdida, no debe disuadirnos de apoyar una causa justa.
Ciertamente, el recuerdo forma parte de nosotros, de nuestras vidas. Por eso, acordarse de la noche del 21 de Octubre de 2012, tras el recuerto en los colegios electorales Gallegos.
Recordar el pasado como lección para impedir que este tipo de hechos se produzcan de nuevo, es tan justo como preciso. Las cosas, ya se sabe, se descubren a través de los recuerdos que de ellos se tienen. Aunque esté abolido el comercio de esclavos, han surgido nuevas formas de esclavitud, como puede ser, la coacción y el abuso de poderes, el olvido de personas que malviven en la exclusión social, multitud de víctimas engañadas por el incumplimiento de las promesas tras haber recibido el apoyo. Lo más cruel es que no se persiguen de modo adecuado a los individuos responsables de tantos desconsuelos.
El mundo no se puede mover sólo por intereses económicos. Somos personas con derechos y obligaciones, con dignidad y decencia. No mercancía de uso y desecho.
Ahora vuelve a suceder lo mismo, por eso considero muy saludable recordar aquellos hechos para que no nos sorprendan las situaciones que llegarán, y seguro que llegarán y nadie se tenga que arrepentir por sentirse un esclavo tras el aumento de injusticias y pérdida de derechos y el estado de bienestar.
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