Prefiero las
letras a los números, y no crean que es por la cita bíblica de “En el principio existía el verbo,
y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios", sino
porque mi cerebro siempre ha sido “algo más lúcido” con los caracteres que con
los dígitos.
El valor de un hombre nunca residió en los libros de su biblioteca ni en su cultura sino en su capital, en su caja fuerte, en sus arcas, en su cuenta corriente. Hoy que en Europa se extiende el principio de que los pobres se lo tienen merecido, me permito meditar acerca de unos cuantos números, que sigo sin entender.
No comprendo que un país de más de 40 millones de personas endeudadas aumente su deuda con 100.000 millones. ¿Cuánto va a aumentar la deuda de cada español incluidos los niños de teta?No comprendo que con esos números, España pretenda "primar" con 300.000 euros a cada uno de nuestros jugadores (a los que admiro), si ganan la final. Ni cómo el Parlamento andaluz se gasta 55.000 euros en medallitas para sus parlamentarios. Ni cómo se pueden pagar 190.000 eutos por un retrato de Cascos. No me cabe en la cabeza que ningún reglamento de ninguna institución haya permitido nunca (incluso durante las vacas gordas), que su presidente dispusiera de dinero para gastar a díscreción.
No sé cuanto puede costar terminar las obras paralizadas de cualquier carretera de cualquier municipio, ni si alguna vez acabarán una vía que no había ninguna necesidad de romper toda para luego dejarla toda rota y largarse. Como no hay dinero para carreteras, el Gobierno por decreto reduce la peligrosidad rebajando de 100 a 90 Km/h. (¡Que todo son números!) en vez de hacerlo dando fin a las obras emprendidas. Mientras se barajan y barajan más recortes en éste país. Sean sinceros. ¿Ustedes lo entienden?
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